Un estudio de tres años realizado por investigadores de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU) ha demostrado que integrar las prácticas de Mindfulness en la experiencia de los estudiantes de posgrado puede ser una forma de reducir sus elevados índices de estrés y ansiedad. Los resultados de esta investigación muestran que las actividades regulares y sostenidas de atención plena desempeñan un papel importante en la mejora del bienestar emocional de los estudiantes de postgrado de ingeniería.

Susan Hagness

Es sabido que los problemas de salud mental pueden afectar a cualquier persona, pero hay colectivos concretos, muchos de ellos relacionados con el sector académico, en que este tipo de afecciones son más recurrentes. Este es el caso de la educación superior, caracterizada por el estrés, la presión y el aislamiento social, y donde los estudiantes de posgrado sufren una tasa de depresión y ansiedad seis veces superior a la de la población general.

El equipo de investigación, que incluye ingenieros de la UW-Madison e investigadores del Center for Healthy Minds, publicó los detalles del estudio financiado por la National Science Foundation en la revista Plos One el pasado mes de marzo.

Una necesidad tangible

«Debido al estado de la salud mental de los estudiantes graduados a nivel nacional, hay una necesidad tangible de una intervención concreta como esta», dice Susan Hagness, profesora de ingeniería eléctrica e informática y una de las coautoras del estudio. «¿Cómo ayudamos a nuestros estudiantes a desarrollar resiliencia y un conjunto de herramientas realmente sólido, tanto profesionales como personales, para prosperar en un entorno en el que inevitablemente va a haber estrés? Estamos corriendo la voz de que invertir en el autocuidado es importante, y es normal».

La investigación de UW-Madison incluyó dos estudios con un total de 215 participantes a lo largo de seis semestres académicos en UW-Madison (y los últimos cuatro semestres simultáneamente en la Universidad de Virginia). En el estudio, grupos de estudiantes graduados en ingeniería participaron en un programa de entrenamiento en Mindfulness de una hora de duración, dirigido por un instructor, una vez a la semana durante ocho semanas.

En las encuestas posteriores a la formación, los estudiantes informaron de una mejora significativa del bienestar emocional, una perspectiva más positiva, menos emociones negativas y un aumento de la atención plena. Durante el mismo periodo, los grupos de control (que recibieron la formación más tarde) registraron un bienestar estable o menor. Los participantes en la intervención de Mindfulness también señalaron que eran más capaces de gestionar el estrés y la ansiedad, afrontar positivamente los contratiempos, trabajar más eficazmente con los compañeros y centrarse en su investigación.

Patrón de resultados

«Lo bonito es que vimos un patrón de resultados realmente coherente en todos los grupos con las que hicimos este estudio», explica Pelin Kesebir, miembro honorario del Center for Healthy Minds y coautor del estudio.

Sorprendentemente, los investigadores también descubrieron que los estudiantes de postgrado de ingeniería estaban abiertos a la formación en Mindfulness y no sólo estaban muy satisfechos con ella, sino que también disfrutaban de la oportunidad de conectar con otros estudiantes de postgrado.

«En la literatura, hay pruebas de que los ingenieros son menos propensos a buscar tratamiento para problemas de salud mental, por lo que nuestro equipo se preguntó si los ingenieros se comprometerían con esto», sostiene Wendy Crone, profesora de ingeniería física e ingeniería mecánica y coautora del estudio. «La respuesta es que sí lo hicieron, y tuvimos numerosos grupos a lo largo del proyecto«.

Y aunque los investigadores se centraron en estudiantes de postgrado de ingeniería, señalan que incorporar las prácticas de atención plena en los hábitos de vida puede ser un paso positivo para cualquiera. «Modestas inversiones de tu tiempo pueden resultar en beneficios realmente significativos para tu bienestar general», afirma Hagness. «Pequeñas inversiones en autocuidado pueden tener recompensas a largo plazo», concluye.