Todos conocemos los beneficios del Mindfulness para el cuerpo y la mente. No solo por los numerosos estudios científicos publicados al respecto, sino porque los hemos experimentado en nosotros mismos. Lo que no es tan conocido, aunque tiene su lógica, es el encanto que las personas que practican la conciencia plena pueden despertar en los demás. Un sutil magnetismo que demuestra que la belleza interna también se refleja en el exterior.

Geoffrey Haddock

Un estudio dirigido por el profesor Geoffrey Haddock, de la Universidad de Cardiff (Gran Bretaña) concluye que los individuos cuyos rostros parecen poseer las cualidades que el Mindfulness busca cultivar suelen ser considerados más atractivos. El principal motivo es que esas personas parecen más simpáticas, dan la sensación de poseer valores de autotrascendencia más elevados y, a ojos de los demás, suelen tener una conducta más ética en comparación con las personas con rostros considerados menos conscientes.

Sentimientos positivos

Algunos expertos precisan, sin embargo, que no es apropiado inferir que dedicarse a la atención plena o la meditación provoca que una persona sea automáticamente más atractiva. Lo que ocurre es que practicar la atención plena puede generar sentimientos de calma y apertura y una mayor conciencia del momento presente. “Y es muy posible que estos estados de ánimo se reflejen en las expresiones faciales”, ha explicado a Inews Gemma Griffith, directora del postgrado para la Investigación y Práctica de la Atención Plena de la Universidad británica de Bangor.

Con este estudio, publicado en Royal Society Open Science  los investigadores querían averiguar si la gente tiene diferentes imágenes mentales de personas conscientes y no conscientes, y si asociaban sus rostros a ciertos atributos, valores y comportamientos.

Atributos atractivos

A un grupo de 113 personas se les mostró una serie de imágenes de caras y se les pidió que seleccionaran qué rostro se veía más consciente. A continuación, se pidió a otro grupo diferente, de 263 participantes, que calificara las caras en una variedad de atributos, que incluían persona calmada, reflexiva, racional, tranquila, estresada, simpática y atractiva.

Este segundo grupo calificó de más estresadas, menos simpáticas, menos competentes, más frías y más neuróticas las caras consideradas como menos conscientes por el grupo anterior.  Por el contrario, calificó de más atractivas, más normales, más simpáticas, más cálidas y más competentes las caras que el primer grupo consideró más conscientes.