Nicolás Zúñiga Herrero

Funcionario de Educación
Instructor Mindfulness MBSR

También se podría decir: Dejarme acoger por el nuevo día con Atención Plena.

El título tiene que ver con qué puedo hacer para tener un día Pleno. Voy a plantear una serie de propuestas haciendo referencia a mi experiencia en este proceso.

De base, tener clara la intención y ser consciente de que deseo tener un día feliz, sin darlo por sentado. Esto requiere de Intención, Atención, Aceptación y acogida con amabilidad y paciencia, conmigo mismo, para empezar. Un ejemplo de enjuiciar automáticamente lo que hay es, al  constatar el que pudiera estar lloviendo, decir: “Hace mal tiempo”; cuando en realidad la aceptación sería quedarse sólo con: “Llueve”, sin más; los añadidos podríamos considerarlos automatismos o enjuiciamientos automáticos.

Sea como sea la forma en que se inicia un nuevo día, con alarma para despertar o sin ella, me resulta interesante aguardar unos instantes en la misma posición en la que despierto, para ser consciente del tránsito entre “el sueño” y el despertar. En mi caso, a veces recuerdo las últimas escenas del sueño del que estoy saliendo y contemplo fugazmente el tránsito; siento cómo la costumbre me impulsa a querer saltar de la cama sobresaltado, ya con prisas.

A continuación, observando lo que ocurre, puedo contemplar cómo mi mente me trae la “agenda en forma de mal rollo” de la jornada que se inicia, entro en preocupación con una rapidez sorprendente.

“El cerebro es un experto buscador de amenazas”, Sonia Lupien (neurocientífica experta en estrés). En mi caso sé que el mío lo hace de forma muy desproporcionada y me hace cierta gracia poder comprobarlo en lo cotidiano, esto me ayuda a abrir mi visión ante los innumerables automatismos que surgen en mí. “Parar y ver”.

Antes de levantarme, me tomo unos segundos para hacer algunas respiraciones conscientes. La gratitud me resulta un buen ingrediente para la serenidad. Generalmente, aunque muchas veces lo hago sin gana ni convencimiento: agradezco, el despertar una vez más, verbalizándolo mentalmente.  Puede sorprender el que me proponga agradecer aunque sea sin ganas, porque en este caso depende de cómo me despierte y eso siempre es una sorpresa, a su vez todos mis automatismos condicionan mis conductas a seguir, de ahí la importancia de anclarme en el presente, para poder responder en vez de reaccionar.

La forma en la que me voy a descansar, también condiciona el despertar, pero eso será el tema de otro escrito, en el que trataré de cómo cierro o finalizo, con Atención Plena, una jornada.

Una meditación formal, cuando me levanto, me predispone a iniciar el día con Atención Plena. Estar atento de cómo se va desarrollando cada momento, independiente de la agenda que tenga prevista. Tuve que adelantar la hora de levantarme, para crear el hábito de meditar a primera hora, fue un logro que surgió de proponerme meditar en la realización de mi primer MBSR, al principio ayudado de un audio guía, que me facilitó el método.

Poner atención, con mucha paciencia y buen trato, al desarrollo de las tareas cotidianas de comienzos del día: el aseo, el desayuno, vestirme, salir de casa… aunque sea un instante; a veces lo consigo. Con la inercia metida en el cuerpo de querer hacerlo a carreras, por las prisas de la costumbre. Es un bucle que se autoalimenta desde toda mi existencia, que yo recuerde. Sentir unos instantes el chorro de la ducha, el primer sorbo del desayuno… es toda una proeza. Las fuerzas que me impulsan a salir corriendo de lo que estoy haciendo en el aquí y ahora son muy poderosas; con la práctica de la Atención Plena compruebo que van cediendo, a medida que las puedo ver.

Incluyo también el inicio de la jornada laboral, como parte del nuevo día. Tomarme unas respiraciones conscientes antes de comenzar a trabajar, ya en mi puesto de trabajo, ayuda a crear el hábito de “parar y ver”. Programo algunas breves paradas a lo largo de la jornada, para hacerme más fácil el acordarme de ello: respirar atentamente o sentirme unos segundos, va creando un estilo de vida más consciente y aquietada.

Finalizo con una cita de Eckhart Tolle: “Cuando pierdes contacto con la quietud interior, pierdes contacto contigo mismo. Cuando pierdes contacto contigo mismo, te pierdes en el mundo”. Del libro “El Silencio habla”.