Varios estudios del Instituto Neurológico Carlo Besta de Milán han demostrado que los adolescentes y adultos que sufren de migrañas crónicas o de alta frecuencia pueden reducir a la mitad los días de ataques practicando mindfulness. En personas más jóvenes, el ejercicio meditativo, asociado a estilos de vida saludables, permite evitar recurrir a terapias farmacológicas.

El mindfulness consiste en concentrarse en el momento presente para estar menos condicionado por situaciones y pensamientos inquietantes que provocan malestar, alcanzando así una sensación de bienestar. “Se invita al paciente a sentarse sobre un cojín con las piernas cruzadas, cerrar los ojos, escuchar su respiración y dirigir su atención a las distintas partes del cuerpo, favoreciendo una relajación muscular progresiva. El objetivo es vivir aquí y ahora, aprender a gestionar de forma más consciente el dolor de la migraña y el estrés mental, que pueden provocar ataques de dolor de cabeza”, explica Licia Grazzi, directora del Besta Headache Center.

Las personas con migraña tienden a usar muchos analgésicos para calmar el dolor, pero también por miedo a experimentarlo, creando un círculo vicioso documentado en la literatura científica: cuantos más medicamentos contra el síntoma se toman, más ataques de migraña se presentan. La meditación ha demostrado ser útil para interrumpir este mecanismo. “Tanto es así, que estamos trabajando para institucionalizar un servicio de mindfulness dentro de nuestro instituto”, afirma la neuróloga.

Reducción de la frecuencia de los ataques

En el primero de los dos estudios realizado entre adolescentes  (publicado en 2021 en la Revista Internacional de Investigación Ambiental y Salud Pública), se examinó durante un año a una muestra de 33 adolescentes, de edades comprendidas entre 12 y 18 años, que siguieron un programa de mindfulness de seis sesiones de una hora, además de otros 15 días de práctica después de la última sesión, y ejercicios meditativos de 10 minutos para hacer en casa todos los días.

“Después de un año, los participantes demostraron haber reducido la frecuencia de los ataques de migraña en un 50 % en promedio y disminuido su ingesta de analgésicos en un 70%. Además, gracias a los beneficios de la meditación, no fue necesario prescribir terapia farmacológica preventiva a ninguno de ellos”, explica Grazzi, primera firmante de la investigación, en declaraciones al Corriere della Sera.

Los mismos resultados se confirmaron en el segundo estudio (publicado en 2023 en la revista Brain Sciences, y del cual Grazzi también fue coordinador), realizado en un grupo de 21 niños, de entre 12 y 17 años, sometidos a seis sesiones de mindfulness en línea durante el confinamiento por la pandemia de covid. “En el transcurso de 12 meses, la frecuencia de los episodios en los participantes disminuyó en promedio un 64%, mientras que el uso de medicamentos contra el síntoma disminuyó un 60%. Incluso en este caso, no se administró profilaxis farmacológica”, subraya la doctora.

Todos aquellos que sufren migrañas pueden continuar practicando mindfulness de forma independiente. “Después de haber aprendido la técnica a través de lecciones presenciales o en línea, la meditación se convierte en un estilo de vida y, en situaciones de sobrecarga emocional y física, puede utilizarse para reducir problemas persistentes y pensamientos automáticos que conducen a un estado de ansiedad y miedo, recuperando la calma necesaria para encontrar una solución”, explica la neuróloga del Besta.

Hábitos de vida saludables

Sin embargo, la meditación debe ir acompañada de una reeducación en los hábitos diarios. “En las personas jóvenes, las terapias farmacológicas profilácticas no son del todo eficaces contra las migrañas. Lo que realmente ayuda a los adolescentes a sentirse mejor, y a quienes tienen predisposición al trastorno a retrasar o evitar su aparición, son los estilos de vida saludables. Pero las familias a menudo lo ignoran”, afirma Grazzi.

Las recomendaciones para evitar los dolores de cabeza (y muchas otras patologías crónicas) incluyen: Llevar una dieta equilibrada y regular, no saltarse comidas, ni siquiera el desayuno, ya que una hipoglucemia matutina puede desencadenar fácilmente un episodio de migraña; mantener un ritmo de sueño-vigilia adecuado; y practicar actividad física, especialmente aeróbica, como correr, nadar y andar en bicicleta, para ayudar a la mente a concentrarse en las acciones del cuerpo y reducir la rumiación obsesiva, típica de quienes padecen migraña y fuente de dolores de cabeza.

Además, el ejercicio físico favorece la liberación de endorfinas, que mejoran el estado de ánimo y actúan como un analgésico natural. “Normalmente, las personas con migraña son un poco rígidas, acostumbradas a mantener todo bajo control, críticas y severas consigo mismas; les cuesta adaptarse a los cambios, dejar de lado los pensamientos negativos y son incapaces de valorar lo que tienen en ese momento. En ciertos casos, además de la meditación, la medicación y la modificación de los hábitos de vida, también puede estar indicada una psicoterapia”, recuerda la especialista.

Dolores de cabeza en la edad de desarrollo

Las principales formas de cefalea en niños y adolescentes son la migraña sin aura y la cefalea tensional. La primera, explica el experto, “se presenta con un dolor intenso, muchas veces pulsátil, en uno o ambos lados de la cabeza, que dura de cuatro a 72 horas y se asocia a náuseas y molestias con sonidos, luces y olores. Cuando el niño tiene un ataque, no puede hacer nada, falta a la escuela y se queda en cama hasta que pasa”.

Las migrañas se vuelven crónicas cuando los ataques ocurren durante al menos 15 días al mes durante tres meses consecutivos. La cefalea tensional, en cambio, se manifiesta como “un dolor sordo, persistente, pero menos intenso y no incapacitante como una migraña”. Se localiza en la región frontal y a ambos lados de la cabeza. El niño no interrumpe sus actividades, pero las realiza con menor concentración.

Este dolor de cabeza puede durar varios días, semanas o incluso meses. En general, la migraña afecta aproximadamente al 11% de los niños y adolescentes: el 8% desarrolla la forma sin aura y el 3% la forma con aura (precedida por síntomas neurológicos transitorios y reversibles como alteraciones visuales, del habla y de la sensibilidad de la mano y el brazo, que duran de 15 a 60 minutos). Un porcentaje mucho menor, entre el 1% y el 2%, sufre episodios crónicos. Mientras que casi dos de cada diez menores (17%) desarrollan un dolor de cabeza de tipo tensional. Antes de los diez años, los dolores de cabeza afectan tanto a niños como a niñas, pero después de la pubertad afectan principalmente a las niñas.

Factores de riesgo

La migraña tiene un origen biopsicosocial, es decir, una predisposición genética asociada a factores emocionales, sociales y ambientales. “A menudo, los problemas que contribuyen al síntoma del dolor de cabeza son desconocidos o subestimados por las familias —comenta la neuróloga—. Situaciones como el nacimiento de un hermano, el inicio de la escuela primaria, la separación de los padres y el paso de una casa a otra, una muerte en la familia o la llegada de la menarquia pueden favorecer las migrañas”.

Los beneficios del mindfulness también se encontraron en pacientes adultos con migraña crónica y abuso de medicamentos sintomáticos, en otro estudio del IRCCS Carlo Besta de Milán (publicado en 2023 en el Journal of Headache and Pain), financiado por el Ministerio de Salud. Para evaluar la efectividad de la práctica de la meditación, la muestra, compuesta por 177 sujetos con una edad promedio de 48 años, fue sometida primero a una terapia de desintoxicación y luego fue asignada aleatoriamente a dos grupos de tratamiento.

Ensayo con adultos

El primer grupo recibió tratamiento farmacológico preventivo tradicional. El segundo, además de la profilaxis, realizó seis sesiones grupales de mindfulness y otras sesiones diarias de 7-10 minutos de forma independiente. “El 78% de los pacientes del grupo sometido a terapia combinada redujeron a la mitad el número de días de migraña por mes, y este resultado se mantuvo incluso después de un año”, destaca Grazzi.

Un subgrupo de estos pacientes participó en un nuevo proyecto de investigación que aún está en curso. “Los participantes se sometieron a una resonancia magnética funcional, una técnica capaz de detectar las áreas del cerebro que se activan durante una experiencia específica”, describe la doctora.

“Los datos preliminares indican que los sujetos que se han beneficiado del mindfulness han modificado algunos circuitos neuronales responsables de la percepción del dolor. Esto significa que, a través de la meditación, la relación con el dolor cambia, no solo a nivel conductual sino también orgánico, lo que confirma otros resultados de la literatura científica reciente”, concluye la neuróloga.