Un estudio de la Universidad de Toronto (Canadá), encabezado por los psicólogos Norman Farb y Zindel Segal, ha demostrado que prácticas basadas en Mindfulness, como el programa MBSR, pueden cambiar la forma en que el cerebro reacciona a la tristeza, porque ayuda a las personas a reconectar con sus sensaciones corporales en momentos difíciles. No es que se deje de sentir tristeza, sino que el cerebro la procesa de manera diferente, concretamente con menos reactividad y mayor regulación emocional.

Los autores del estudio han publicado un artículo en el diario The Guardian, en el que destacan que la reconexión con las sensaciones corporales cuando se experimentan emociones difíciles es una vía efectiva para combatir la depresión. Los investigadores sostienen que no es la tristeza en sí misma lo que afecta nuestra salud mental, sino el hecho de desconectar de las sensaciones del cuerpo cuando estamos viviendo esta emoción.

Farb y Segal recuerdan que nuestra rutina diaria está llena de distracciones, ya sea el trabajo, el entretenimiento o el uso excesivo de medios digitales. Y aunque las distracciones pueden ofrecer alivio temporal, no son la solución a largo plazo para los momentos de estrés o tristeza.

Atención plena

De hecho, cuando intentamos llenar nuestro tiempo libre con actividades superficiales, solo profundizamos en un ciclo mental que nos impide descansar realmente. En lugar de buscar estas distracciones, la clave está en aprender a prestar atención a las sensaciones del cuerpo y el entorno sin emitir juicios inmediatos.

Los autores del artículo han estudiado cómo el equilibrio entre pensar y sentir afecta el bienestar. Para llevar a cabo el ensayo, repartieron a 36 estudiantes voluntarios en dos grupos: uno de ellos (con 20 alumnos) siguió un curso de MBSR (Mindfulness-Based Stress Reduction) y los otros 16 voluntarios se asignaron a un grupo de control que no recibió ninguna formación en mindfulness.

Posteriormente, se provocaron sentimientos incómodos en todos los voluntarios haciéndoles ver fragmentos de películas tristes mientras estaban en un escáner de resonancia magnética. Como se esperaba, esos fragmentos activaron las regiones cerebrales utilizadas para pensar y juzgar, ya que las personas se ocuparon de relacionar cada escena con su propia experiencia.

Apagado sensorial

Sin embargo, los psicólogos descubrieron que no había relación entre el nivel de esta actividad conceptual y la mala salud mental. Es natural explorar y explicar las experiencias emocionales en la mente. Pero otra reacción sí predijo problemas: en respuesta a la tristeza, muchas personas apagaban la actividad en las regiones sensoriales del cerebro, en particular las áreas utilizadas para procesar las sensaciones del cuerpo. Y resultó que cuanto mayor era el nivel de apagado sensorial en un participante, mayor era su puntuación en las mediciones de depresión.

Farb y Segal destacan que este hallazgo revela algo importante sobre los momentos tranquilos de la vida. No es nuestra capacidad de controlar los juicios y las narrativas internas lo que determina nuestra felicidad. El bienestar depende de si esos pensamientos están nutridos por nueva información, cuya fuente es el flujo dinámico de sensaciones.

Los investigadores hallaron el mismo patrón en un segundo estudio, en el que se centraron en personas con antecedentes de depresión. Tras llevar a cabo un seguimiento de su evolución durante dos años mediante escáneres cerebrales, los psicólogos descubrieron que las personas que apagaban las sensaciones físicas en respuesta a escenas tristes tenían 25 veces más probabilidades de volver a caer en la depresión que sus compañeros que mantenían vivas las sensaciones corporales.

Experiencias pasadas

¿Por qué ocurre esto exactamente? Según Farb y Segal: “Parece que silenciar la información que proviene del cuerpo puede mantener a raya las sensaciones viscerales que tal vez quieras evitar debido a su asociación con experiencias desagradables anteriores. Pero este alivio temporal tiene un coste: finalmente te sentirás mal durante más tiempo. Sin una combinación cambiante de sensaciones que altere las cosas, la certeza de tu tristeza persiste en el nivel cognitivo, como un programa informático que no has actualizado”.

Por lo tanto, mantenerse en contacto con las sensaciones, en particular en momentos de estrés y tristeza, puede ser un recurso potente para la salud mental. Lo que llamamos «búsqueda de los sentidos», desplazar deliberadamente la atención hacia el mundo sensorial con la voluntad de sorprenderse, es una forma de practicar esto, y es una habilidad que casi cualquier persona puede desarrollar.