Nayra Santana
Todos recibimos a diario cientos de consejos a través de nuestras personas queridas, de las redes sociales o incluso desde la televisión. Recomendaciones en las que nos dicen qué es lo que tenemos que hacer para regular el estrés y cuidarnos un poco más y mejor en el día a día, pero no siempre nos resulta fácil poder hacerlo.
Aunque parezca muy obvio lo que voy a compartir contigo, para cuidarnos, para cuidarte, el primer paso que tienes que poder sortear es darte cuenta de que necesitas cuidarte. Cuando estamos muy estresadas y corremos por el mundo a toda velocidad, resulta bastante complejo darnos cuenta que tenemos que PARAR.
Señales de alerta
Así es que, antes de hacer la lista de cómo cuidarte, quizá sea recomendable aprender a darnos cuenta de cuáles son las señales de alerta que tenemos que tener en cuenta, porque son grandes indicadores de que vamos pasadas de frenada.
Cada uno se conoce y tiene un estilo de vida diferente. Yo te propongo seis aspectos muy generales que puedes observar en tu día a día y con los que quizá puedas identificarte. Vamos allá:
Los problemas con el sueño son recurrentes: una mala noche la tiene cualquiera, pero cuando las noches en vela empiezan a estar más presentes, o el sueño es poco reparador y te levantas con muy poca energía, quizá pueda ser una señal de que algo no está del todo equilibrado. ¡Explora qué pasa!
Tus emociones son una especie de montaña rusa: te sientes algo voluble e inestable. Dependiendo de la persona, quizá pueda predominar una emoción u otra … enfado, ansiedad, tristeza. O quizá de todo un poco.
Tu atención y concentración duran menos de lo habitual: notas que te cuesta centrarte más en tus obligaciones cotidianas. Te notas más dispersa.
Tus olvidos son más frecuentes: este aspecto está relacionado con el anterior. Si tu atención está más dispersa, es más difícil que puedas retener información y, por tanto, puedas notar que la memoria no está igual de fresca.
Tus actividades agradables no te proporcionan el mismo disfrute: te cuesta más realizar las tareas de la vida cotidiana, incluso aquellas que habitualmente son placenteras para ti. La mochila de la rutina pesa un poco más.
Tu apetito está alterado: bien porque comes menos o porque comes más. Observa si hay un cambio en tu patrón habitual.
Continuidad e intensidad
Que algunos de estos aspectos se puedan ver alterados de manera puntual a lo largo de las semanas, no tiene especial importancia, el día a día no siempre es fácil de sortear y, como ser humano que eres, te puedes resentir. Todos disponemos de recursos personales para ir reconduciendo esas situaciones que nos desgastan emocionalmente en nuestra vida cotidiana.
Pero ¡ojo!, cuando estas señales de alerta son muy frecuentes, muy intensas o muy duraderas y pasa el tiempo y no logras remontar el bache con tus propias estrategias, quizá pueda ser conveniente que consultes a un profesional de la psicología o del Mindfulness. Un especialista te puede proporcionar herramientas complementarias para que puedas recobrar nuevamente el equilibrio físico y emocional.
Aprender a darnos cuenta y detectar qué señales de alerta se encienden es el primer paso para comenzar a regular el estrés.
Y tú, ¿qué señales detectas?
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