El dolor crónico es una de las principales causas del abuso y uso indebido de fármacos opioides. Una sobremedicación nociva para la salud que, además, provoca un aumento de la tolerancia al medicamento, lo que conlleva que cada vez su eficacia sea menor y sea necesario aumentar la dosis. Una investigación de la Universidad de Utah (EEUU) ha demostrado que el Mindfulness puede ser muy útil para afrontar mejor el dolor crónico y a la hora de luchar contra ese círculo vicioso que empuja a los pacientes a consumir cada vez más opioides.

Eric Garland

Eric Garland

El estudio siguió a 250 adultos con dolor crónico que hacían un uso indebido de opioides. La mayoría tomaban oxicodona o hidrocodona, seguían teniendo dolor y sufrían depresión. Por si fuera poco, más de la mitad habían desarrollado un trastorno por consumo de opiáceos. Una patología que implica un autoconsumo compulsivo de opioides a largo plazo para fines no médicos, según ha explicado el doctor Eric Garland, responsable de la investigación, en un artículo publicado recientemente en Sabervivirtv.com.

Dos grupos

Los participantes fueron divididos en dos grupos. Un grupo recibió psicoterapia estándar y el otro grupo terapia basada en la atención plena (Mindfulness). Ambos hicieron ocho sesiones grupales semanales de dos horas, así como 15 minutos de práctica diaria.

Los investigadores midieron los comportamientos de uso indebido de opioides de los participantes; los síntomas de dolor; los niveles de ansiedad, estrés y depresión; y la dosis de opioides tomada durante los 9 meses que duró el estudio. El deseo de opiáceos se midió en tres momentos aleatorios del día, a través de un mensaje de texto enviado a los móviles de los participantes.

Pasados 9 meses, el 45% de los participantes del grupo que realizó las prácticas de Mindfulness ya no abusaba de los opioides, y el 36% había reducido su uso de opioides a la mitad o más.

Mejoras

Estos pacientes tenían más del doble de probabilidades que los de psicoterapia estándar de dejar de abusar de los opioides al final del estudio. El Mindfulness también mejoró su dolor crónico, disminuyó su ansia de fármacos y redujo los síntomas de depresión a niveles por debajo del umbral del trastorno depresivo mayor.

«Sorprendentemente, los efectos del Mindfulness parecen fortalecerse con el tiempo», señala Garland, que lleva más de una década estudiando esta práctica. A su juicio, una posible explicación es que estas personas estén integrando las habilidades que han aprendido a través de Mindfulness en su vida cotidiana.

«En lugar de quedar atrapados en el dolor o el anhelo, enseñamos a los pacientes cómo dar un paso atrás y observar esa experiencia desde la perspectiva de un testigo objetivo. Cuando pueden hacer eso, empiezan a reconocer que son más que cualquier pensamiento o sensación. No se definen por sus experiencias de dolor o deseo; su verdadera naturaleza es algo más», concluye Garland.