Todavía no tengo muy claro si el mindfulness me encontró a mí o fui yo quien lo encontró a él, pero creo que, en esencia, da lo mismo. Siento hasta en mi última célula que estoy donde debo estar. Siento que, con la atención plena, me he despertado a una vida mucha más vital, vibrante, armoniosa y feliz. Pero encontrarme donde estoy no es fruto del azar, sino de una vida de esfuerzos, sueños, búsqueda y también de sacrificios que volvería a hacer si fuera a vivirlo todo otra vez.

Yo me imagino mis experiencias y mis esfuerzos como piedras que voy colocando al andar. Cada decisión, cada acción que he ido acometiendo a lo largo de mi vida, sin muchas veces saber el para qué de cada una de ellas, son un testimonio de lo vivido. Piedras de mis propios esfuerzos y también muchas que me han sido regaladas por las personas con las que la vida me ha obsequiado en determinados momentos. Personas que han marcado mi trayectoria de una manera profunda y duradera.

Y no hace mucho tiempo, las piedras se han unido, señalando un camino claro, contundente, tangible, de propósito firme, hacia donde apunta mi brújula interior. Es un camino donde sé que debo permanecer, esforzarme, nutrir, crecer y también compartir. El mindfulness me ha hecho consciente de ello, me ha permitido ver y conectar lo que creo que siempre ha estado allí. Me ha llevado de vuelto a casa.

Desde el año 1989, cuando llegué a España, me he dedicado a la enseñanza del inglés como segundo idioma, pero después de no demasiado tiempo me sentía frustrada, insatisfecha, con la sensación de que mi única función era la de llenar las cabezas de los niños y adultos con palabras, con gramática, pero con poco sentido. Donde el mayor hándicap para los alumnos era, y 30 años más tarde me consta que sigue siéndolo, el miedo al ridículo. Por eso me asombra que en general actuemos y eduquemos como si no existiera esta realidad.

En aquel momento, yo no tenía las herramientas necesarias para hacer algo al respecto, por lo que dejé la enseñanza para dedicar los siguientes 15 años a la internacionalización de la empresa española en el sector joyero. Y tras ese periodo, y muchas piedras que me alejaban de mi rumbo vital, resolví regresar a la enseñanza, primero formándome como coach, lo que, a su vez, cinco años más tarde, allá por el año 2015, me condujo al mindfulness.

Mi gran fortuna fue coincidir en este tiempo con Pilar Ariza, hoy gran amiga, una de las primeras instructoras que se certificó en nuestra Asociación, y gracias a quien debo el honor de estar hablando ahora aquí contigo. Un agradecimiento que también me gustaría extender a Andrés Martín, Sylvia Comas, y a mis compañeros del Practicum y del TDI, con una mención especialmente cariñosa a Esther Gonzalez Rivas, Olga Trujillo y Dominik Ley. Todos representan piedras únicas, eternas e irremplazables en mi camino.

Sin embargo, por vital que resulte el mindfulness para mí, carecería de valor verdadero y duradero si sólo se quedara en mi propia experiencia limitada.

Mindfulness me enseña la forma en la que quiero estar en el mundo y me permite conectar desde el corazón, para contribuir con conciencia a nuestro mundo y a las personas con las que tengo el inmenso privilegio de coincidir

Y esta es la razón por la cual que he llegado aquí como instructora. Y ¿cuál es esa misión vital?

La educación. He vuelto a mi punto de partida. Esta vez con otras herramientas. En un mundo donde el paradigma del aprendizaje desde la infancia habitualmente es el de fuera hacia adentro, “Outside-In”, añadiendo capa tras capa de conocimiento, acercar y cultivar el mindfulness en el proceso de aprendizaje invierte esta ecuación, convirtiendo ese paradigma en otra realidad: de dentro hacia fuera, “Inside-Out”. Lo que supone atender de manera más holística a todas las necesidades, sociales y emocionales de los niños y de sus maestros, que a su vez  responden más creativamente a la desequilibrada preocupación de “enseñar conocimiento”.

Afortunadamente, el mundo educativo está cambiando, se está dando cuenta de que no basta pedir a los alumnos que “presten atención”. Es crucial tomar cartas en el asunto, integrando primero esta capacidad como docente y luego poder encarnar la capacidad de estar presente con el alumnado.

Acompañar a educadores que son conscientes de la necesidad de formar desde la conciencia plena y que anhelan invertir el paradigma educativo primero en sus propias vidas, se ha convertido en mi principal misión

Y parece que realmente empieza una nueva era. Un nuevo proyecto que llamo “Warriors of Learning” está emergiendo como fruto natural de una labor anterior. Es una IBM (intervención basada en mindfulness) para estimular “Inside-Out Learning”, dirigida inicialmente al profesorado del sector público que se ha formado previamente en el MBSR o en una IBM de duración parecida.

Es un entrenamiento para “graduad@s” que en gran medida está cobrando vida gracias a la gran contribución de los CEPs (Centros del Profesorado), a los que también quisiera extender mis agradecimientos, por confiar en que co-existen otras posibilidades para educar. Me gustaría en especial agradecer a algunas personas que han sido claves en este nuevo rumbo: Leonor Martínez Serrano, Manuel Castro Galiano y Cristina María Gámez-Fernández.

El proyecto ahora en movimiento empieza a cobrar vida propia. Con algunos de los profesores que ya se han ido formando en mindfulness, han surgido sinergias para diseñar una modalidad de “Warriors of Learning” para el alumnado, implicando a los mismos estudiantes, familias y AMPA’s. La primera experiencia reciente ha sido con alumnos de 1º y 2º de bachillerato en eI Instituto Sierra de Aras en Lucena, alumnos cuyos profesores habían detectado en ellos elevados niveles de estrés, angustia, temor por el futuro que les espera, cuando todavía carecen de las herramientas necesarias para comprender el origen de su sufrimiento o para gestionar su malestar.

Está primera intervención ha resultado ser una gran experiencia. Y me consta que estos chicos no están solos. El sistema educativo está saturado de jóvenes que se encuentran en tal tesitura, que sufren desmesuradamente para su edad y que se sienten perdidos. Pero todo es un empezar y, como una abeja que poliniza de flor en flor, contemplo cómo mis propias acciones y esfuerzos generan el trabajo e ilusión de más abejas conscientes, que llegan a más flores que nutren a más abejas.

Y esto es la verdadera grandeza de este trabajo, inspirar y capacitar a las personas para que se conviertan a su mejor versión y con ella, seguir polinizando e inspirando con su ejemplo allá donde vuelan

“Proper posture is a way of blending with gravity Dan. Proper attitude is a way of blending with life” The Way of the Peaceful Warrior. Dan Millman

Mi verdad es que la magnificencia, mi magnificencia y la de todos nosotros, nunca brillará por muchas capas de conocimiento que hayamos adquirido a lo largo de nuestras vidas. Brilla cuando me atrevo a mirar hacia adentro, con curiosidad, valentía y humildad para descubrir quién soy más allá del Yo. Y desde la quietud que sólo otorga la práctica meditativa, más allá del tiempo y el espacio, puedo percibir la llama que arde en mi interior. Su luz es mi brújula más certera. Cuando mi mente se alinea con mi corazón, mis dudas se resuelven y la certeza de saber cómo actuar, como Ser la mejor versión de mí misma, se revela ante mí y puedo actuar, puedo sentirme más equilibrada, más sabia, más creativa y menos miedosa.

Cuando la Asociación me invitó a compartir mi testimonio de lo que es el mindfulness para mí y lo que significa en mi vida, me quedé un tiempo en silencio. ¿Y yo qué puedo ofrecer? me pregunté después de leer el inspirador testimonio de Carles Ruiz-Feltrer. Y me acordé de algo que dijo Margaret Wheatly en la primera conferencia de The Mindful Education Summit que tuvo lugar el pasado otoño:

“Very great change starts from very small conversations held by people who care… If you are here, you care”

Si TÚ ahora estás aquí, es posible que algo de lo que hay aquí te resuene, te importe y, después de todo, hacen falta muchos granos de arena para formar una playa

Os ofrezco mi humilde grano de arena para que, entre todos, esta playa que nos une vaya emergiendo con más nitidez, más fuerza, abundante cariño y un amor y respeto infinito por lo que hacemos.