Fiona Mary James

Instructora de Mindfulness

Antes creía que lo que me pasaba era cosa de la vida. Antes creía que tenía que ir salteando los obstáculos y divisando las oportunidades que la vida me iba poniendo delante; creía que lo que está fuera de mí determina mi realidad, mi mundo; creía que la vida había dictado mi pasado, controlaba mi presente y era la causa de mi futuro. En resumen, mi patrón de creencias hacía que mi idea de realidad era de fuera hacia adentro y que yo actuaba de acuerdo con lo que el mundo exterior me iba indicando y más importante aún era que creía que la verdad está allí fuera esperando a ser encontrada.

Con el mindfulness percibo una realidad bien distinta.

Mindful…NESS, la mente llena de… ¿qué?

Con el mindfulness mi experiencia del mundo se ha invertido… se ha convertido en el mundo al revés. Descubrir el inmenso poder de mis pensamientos y de su capacidad de crear lo que les plazca y hacerme creer que es real ha sido el primer paso en descubrir que no soy mis pensamientos, ni mi realidad es la que imagina o fabrica mi mente en un momento determinado. Y este ‘insight’ ha emergido de la meditación.

Cuando estuve realizando la última etapa de mi formación para ser instructora de mindfulness, empezábamos el día muy temprano realizando medicación caminando por la playa, alguna vez fuimos testigos del amanecer en todo su esplendor. Y en una ocasión me llegó un sentir de todo lo que representa la meditación para la mente, para el Ser que comparto contigo ahora por si también te pueda servir para comprender algo más acerca de los beneficios de esta práctica milenaria, a menudo incomprendida, muchas veces un concepto borroso y confuso.

Imaginando andando por la playa por donde el mar se encuentra con la arena, y cada vez que el agua alcanza mis pisadas, sus olas limpian mis huellas. Más arriba están las arenas secas, más difíciles de transitar y se aprecia toda clase de huellas, pisadas, momentos vividos, castillos rotos, conchas olvidadas y todo aquello que tu mente es capaz de imaginar en esas arenas que se mueven debajo de nuestros pies y dificulta nuestro andar.

Y desde aquí mi sentir… la arena es como la mente, admite mucho contenido, las pisadas, el desorden, el caos, amor, odio, celos, alegría, conceptos mentales que se deben a muchas causas y condiciones, pero la naturaleza básica de la arena, la conciencia, no está condicionada por nada. La arena no deja de ser arena cuando la pisamos o cuando viene una ola para alisarla o llevarla al mar. De la misma forma, la conciencia básica de la mente está detrás de cada pensamiento, cada emoción, siempre está allí y no está condicionada, lo que permite su transformación.

Al meditar, me permite bajar de esta zona alta de la playa, de las arenas sueltas, para andar en las arenas compactas junto a la orilla, junto al oleaje suave del agua que entra y sale, acariciando la arena, de la misma forma en que mi respiración entra y sale, sin preguntar, silenciosa, simplemente está allí y la percibo.

Siguiendo su compás, libre de toda expectativa, con la única intención de observar su ritmo, tal como es, se va asentando la arena como se va calmando la mente al serenarse el ritmo natural de mi respiración. Y si espero, si estoy quieta un rato, el mar se leva mis pisadas, mis pensamientos, mis perturbaciones y por este momento eterno me uno al mar.

NESS… cuando medito mi mente se llena de NESS, del estado que nace de la calma de parar y escuchar con la única intención de prestar atención a lo que está ocurriendo en ese preciso instante…

Nitidez

Espacio

Silencio

Serenidad

Y en ese estado de calma mi mundo cambia, mi mente se libera para abrazar todas las posibilidades, se configura una comprensión más profunda del potencial ilimitado de todos los fenómenos, soy parte de ese estado desde donde veo, siento y experimento el mundo desde dentro hacia fuera y mi verdad yace en mi interior, libre e intacta, alumbrada por el estado de NESS.

Creo que de este estado, que la meditación nos enseña a cultivar, nace la mayor sabiduría que jamás podamos aspirar a encontrar, nace desde dentro una profunda sensación de bienestar y conexión con la vida. En este estado yo me siento muy viva, vibro con otra energía, percibo un mundo de posibilidades y lo más importante… está allí, justo donde estás tú, ahora, DENTRO de ti.