Ferran García de Palau García-Faria
Instructor acreditado del programa de reducción de estrés (MBSR) de la Universidad de Massachussetts.
Miembro de la Asociación Profesional de Instructores Mindfulness-MBSR.
Miembro del Comité de bienestar del Instituto de Salud Mental de la Abogacía.
Hasta finales del siglo XX, el Trastorno Obsesivo Compulsivo había sido considerado como intratable y los pacientes con TOC podían pasar años con terapias psicológicas de escasos resultados o con medicaciones que, a largo plazo, resultaban ineficaces.
Afortunadamente, además de los avances en farmacología ha emergido un tipo de terapia cognitivo-conductual conocida como EPR (Terapia de Exposición y Prevención de Respuesta) que consiste en exponerse voluntariamente a la fuente del miedo una y otra vez, sin practicar compulsión alguna para neutralizarlo o frenarlo. El enfrentamiento repetitivo al miedo obliga al cerebro a reconocer hasta qué punto es irracional y, progresivamente, los pensamientos intrusivos dejan de ser debilitantes aunque no desaparezcan.
Todo y los beneficios de la ERP, los profesionales dedicados a la terapia del TOC siguen investigando y evaluando intervenciones alternativas o complementarias que puedan actuar más rápidamente, conseguir una mayor reducción de los síntomas o presentar menos efectos secundarios. En esta senda, uno de los recursos más relevantes empleados para coadyuvar en el tratamiento del TOC es el mindfulness.
Durante años, la investigación y la experiencia clínica han probado que la atención plena o mindfulness (a los que me referiré indistintamente) es una técnica o habilidad importante para abordar diversos problemas de salud mental.
El mindfulness, también conocido como “conciencia plena” o “atención plena” significa prestar atención de manera intencionada a la experiencia del momento presente con una actitud atenta, curiosa, amable, de aceptación -que no resignación-, suspendiendo los juicios. El momento presente es lo que está ocurriendo en un momento dado e incluye la presencia de pensamientos, sentimientos y sensaciones.
Cuando tienes TOC prestar atención al momento presente sin juicio no resulta nada sencillo. El momento presente puede incluir pensamientos intrusivos, sentimientos y sensaciones dolorosas y confusas que parecen prestarse al juicio. En lugar de tratar de neutralizar (o deshacerse de) estas experiencias internas con compulsiones, la atención plena nos pide que permitamos que el momento se mantenga como está, sea agradable o desagradable.
En contraposición a la atención plena -que implica poder ver lo que sucede en nuestro interior y luego volver a aquello a lo que estemos atendiendo- la obsesión es el estado en que uno se queda atrapado en la mente, siendo capaz de mirar hacia adentro, pero no de regresar de esa mirada interna sin compulsiones o juicios.
El paciente con TOC se enfrenta a ciertas experiencias internas (pensamientos o sentimientos) que se consideran inaceptables, mientras que otras no son objeto de crítica. El mindfulness propone una perspectiva diferente sobre la presencia de estas experiencias internas, que simplemente se reconocen, se constatan pero no se magnifican ni se rechazan. Así pues, la práctica de mindfulness no difiere mucho de la exposición con prevención de respuesta (ERP).
En ERP, se pide al paciente que confronte sus factores desencadenantes y se resista a responder a ellos con compulsiones. A su vez, en la atención plena, se le pide que se dé cuenta de cuando se activa, que acepte la incomodidad que causa y que se resista a tratar de cambiarlo con compulsiones. Esta técnica se puede fortalecer aceptando que los pensamientos son simplemente eventos mentales, capaces de ser observados sin que se los considere automáticamente como señales de advertencia o amenazas de peligro.
La clave de la práctica del mindfulness para el TOC está en identificar los pensamientos como simples pensamientos, no como amenazas, lo que significa que el contenido del pensamiento en sí no tiene ningún valor intrínseco. Del mismo modo, quien sufre de TOC, puede haber llegado a creer que las emociones o los sentimientos son hechos, signos de que sus obsesiones contienen algunas verdades importantes. La atención plena desafía esto, simplemente identificando las emociones o los sentimientos como tales, esto es, experiencias que se pueden observar a medida que pasan, como quien ve pasar las nubes en el cielo o los trenes desde el andén sin subirse a ellos.
La atención plena es realmente para cualquier persona que quiera dejar de sentir que lo que está sucediendo dentro de su mente es una carga. Es difícil imaginar a alguien con TOC que desee seguir sintiéndose de esa manera.
¿Cómo se puede entrenar la atención plena?
La meditación es la actividad que permite desarrollar la habilidad de la atención plena o mindfulness, de manera que se presta atención a la respiración (u otros objetos de atención, a modo de ancla) y se permite la presencia de pensamientos, emociones, sentimientos y sensaciones que tratan de arrastrarnos a la vez que, amablemente, nos invitamos a volver al ancla, dejando pasar o soltando esos elementos distractores. Esta habilidad puede ejercitarse y volverse más automática y es netamente aplicable a la experiencia de pensamientos intrusivos en el TOC.
Con la práctica de la meditación se entrena la capacidad de aceptar la realidad tal y como es, desarrollando la capacidad de manejar mejor las emociones aflictivas y difíciles lo que presenta numerosos beneficios no sólo para la mente sino también para el cuerpo, no en vano estamos ante una de las herramientas más potentes para reducir el estrés, favorecer la claridad mental y facilitar el equilibrio personal.
Cada vez hay más evidencias de que la práctica de mindfulness es efectiva para reducir el sufrimiento y mejorar los síntomas del TOC y trastornos relacionados.
De ahí que la meditación –como una forma de gimnasia mental para desarrollar habilidades de atención plena- pueda desempeñar un papel importante en el tratamiento del TOC. No obstante, los pacientes con TOC a menudo muestran rechazo o escepticismo frente a las sugerencias de algunos terapeutas para que se inicien en la práctica de la meditación, fundamentalmente por las creencias de que meditar es difícil y de que resulta particularmente complicado para las personas con TOC.
Consejos para practicar la meditación
Siguiendo el criterio del terapeuta estadounidense Jon Hershfield, Director del Centro de TOC y ansiedad de Gran Baltimore, EEUU y autor de “Everyday Mindfulness for OCD” (“Mindfulness cotidiano para TOC”), propongo a continuación algunos consejos sobre meditación que pueden ayudar a las personas con TOC a comprender su utilidad y accesibilidad en su tratamiento:
1. Al meditar, la atención descansa en la respiración, volviendo a ella cuando surjan distracciones.
En lugar de aferrarse desesperadamente a la respiración para seguirla y evitar los pensamientos no deseados, la meditación será más efectiva si dejamos reposar la atención sobre la respiración. El hecho de que la atención se desvíe no es nada negativo, más bien al contrario; la práctica de la meditación sirve para entrenar la capacidad de darnos cuenta de que la mente se ha distraído y hemos perdido la atención en la respiración, mejorando nuestra capacidad de volver a ella una y otra vez, sin culpabilizarnos por habernos dispersado sino como una nueva oportunidad de practicar, con amabilidad, como si estuviésemos adiestrando un cachorro que se aleja de nosotros y le enseñamos a volver, con cariño, sin recriminarle nada por haberse desviado del camino.
2. No hay que dejar la mente en blanco. Tener pensamientos está permitido.
La gente suele asociar «pensar» con “meditar mal” cuando, en realidad, uno de los mayores beneficios de ser consciente es reconocer que pensar es un proceso mental, una forma de actividad mental.
Aprovechar la meditación para resolver problemas y buscar la certeza no son actividades beneficiosas mientras que reconocer que estamos pensando y que se trata tan sólo de pensamientos es un principio esencial de la meditación.
Lo que conviene evitar es pensar sin darnos cuenta de que estamos pensando, criticándonos y culpabilizándonos por ello; simplemente hay que observar que el pensamiento está sucediendo y regresar de nuevo a la respiración, como si de un juego se tratase.
3. Es normal que el TOC se “ofenda”.
Muchas personas con TOC consideran que la idea de estar a solas con sus pensamientos es aterradora. Durante una práctica de meditación, permitiendo que los pensamientos vengan y se vayan sin respuestas ritualizadas para neutralizarlos, los que padecen TOC son objeto de burlas, acoso y terror por sus propios pensamientos.
Por ejemplo, un meditador con TOC puede pensar «OK, voy a seguir el flujo de aire de mi respiración, sintiendo cómo entra y sale» y luego el propio trastorno le dice «OK, aquí tienes una imagen intrusiva de que tu ser querido es atropellado por un automóvil».
Comprender que al TOC le gusta inmiscuirse en nuestra atención es un primer paso importante. Aunque el pensamiento no deseado parezca aterrador, sigue siendo un pensamiento, un objeto de atención que puede ser detectado y al que se puede responder simplemente volviendo a la respiración.
4. Una meditación ansiosa puede ser tan buena (o mejor) que una relajada.
Muchos pacientes con TOC refieren una sensación de fracaso al meditar porque creen que la meditación sólo tiene sentido si se relajan. Por el contrario, la ansiedad es un sentimiento y, por consiguiente, es otro objeto de atención. Darse cuenta de que la atención está atrapada en la ansiedad y regresar a la respiración forma parte del proceso de la meditación. Estar diez minutos yendo y viniendo entre la respiración y notando la presencia de ansiedad, son diez minutos bien invertidos que permiten progresar en las habilidades de atención plena.
5. Meditar no es una competición ni un examen que aprobar.
A pesar de que en ocasiones los meditadores principiantes manifiestan su frustración con afirmaciones como “no he meditado bien, no me he podido concentrar” o “para mí es imposible meditar porque no puedo dejar la mente en blanco y no paro de tener pensamientos” lo cierto es que no es posible meditar bien ni mal.
Es posible no tener disciplina para sentarse a meditar, estar impaciente por acabar, notar aburrimiento, sentirse sobrecogido por alguna emoción, recibir un sinfín de pensamientos, distraerse con sonidos o sensaciones físicas, entre otras fenómenos que se pueden experimentar durante la meditación pero, en sí, la actividad meditativa es un ejercicio diferente, ya que el éxito radica en la mera intención de estar presente con lo que surja, momento a momento, sin juzgarlo y sin alentar el discurso de los pensamientos, emociones o sensaciones físicas que puedan aparecer.
Considerando lo anterior, los pacientes TOC no deben evaluar la experiencia de meditación como una actuación en la que se tiene éxito o se falla. Esta misma sensación la tienen a menudo cuando se involucran en compulsiones, tratando de «tener éxito» para obtener certeza acerca de sus miedos.
Es conveniente abordar el tema de la meditación con una actitud compasiva hacia el paciente TOC, teniendo en cuenta que estar solo con pensamientos intrusivos puede ser una experiencia dolorosa que la meditación puede intensificar inicialmente.
Acercarse a la meditación suavemente, con expectativas realistas y sin suposiciones falsas, de la mano de un instructor experto, puede convertir esta actividad atemorizante en un complemento importante para mejorar la calidad de vida de los pacientes TOC y de su entorno.
Un buen tándem: terapia cognitiva conductual + mindfulness
Muchos expertos en tratar pacientes con TOC coindiden en que las técnicas de mindfulness pueden ser utilizadas conjuntamente con la terapia cognitivo conductual tradicional para aumentar la efectividad de esta última.
En particular, los ámbitos en los que este tándem ofrece mejores resultados son:
Aceptación: un primer paso para introducir el modelo de TCC a alguien que busca tratamiento consiste en explicarle cómo se generan los ciclos obsesivo- compulsivos para que comprenda el funcionamiento de la mente y sea consciente y esté atento a ello. Ser «atento» significa observar y aceptar pensamientos, sensaciones y sensaciones físicas no deseados sin juzgar o asociarles significado o intentar detenerlos o cambiarlos. Esto se puede poner en práctica en cualquier momento del día, ya sea al sentarse a meditar o mediante lo que se conoce como prácticas de meditación informal, poniendo atención plena en actividades cotidianas (por ejemplo, notar el sonido, la temperatura, el tacto del agua o el olor del jabón y el champú mientras nos duchamos; haciendo deporte, poniendo atención al ritmo y sonido de la respiración, a las posturas que adoptas y a los movimiento que haces, momento a momento).
Evaluación: la terapia cognitiva tradicional se enfoca en descifrar el pensamiento distorsionado propio del TOC. El uso de registros de pensamientos automáticos (que pueden ser escritos para revisarlos con el terapeuta) y aprendiendo a notar e identificar distorsiones cognitivas (patrones problemáticos de pensamiento y creencias limitantes) la atención plena porporciona a los pacientes TOC una forma de evaluar cómo están pensando en su experiencia sin tener que deshacerse de los pensamientos.
La atención plena puede ayudar a las personas a redirigirse ellos mismos lejos de su deseo de hacer compulsiones. En lugar de desafiar la probabilidad de que los miedos se hagan realidad, uno puede desafiar la seriedad con la que entienden su mundo int